Maternal
(Latín)
“perteneciente a la madre”.
Otros diccionarios exponen que es “es el instinto que se manifiesta como un apego profundo de la madre hacia su hijo”.
Uno de los postulados del teórico Erik Erikson fue el siguiente: “Es que cada una de las etapas se ven determinadas por un conflicto individual. Cuando la persona logra resolver cada uno de los conflictos, crece psicológicamente”. El teórico se refería a las etapas del desarrollo conocidas por trabajadores sociales, psicólogos, consejeros entre otros profesionales de la conducta humana. Esta premisa nos invita a reflexionar en ¿Cómo nuestros padres lidiaron con las crisis de sus etapas y cómo se sienten con sus roles maternos y paternos? Estas preguntas solo las pueden contestar ellos mismos.
En mi presente a once (11) años de iniciar este blog y a los cuarenta (40) años de edad estando soltera y sin hijos me pregunto: ¿Qué tal me siento con esto de maternal mi YO? ¿Cómo gestiono la sanidad de mi maternidad desde mis espacios y vulnerabilidades? ¿Puedo maternarme para no delegarlo en amigos, parejas y/o familiares? Transitar esta verdad elegida de no ser madre, no tener animales ni plantas a las cuales maternal es un cuestionamiento fuerte. En el proceso estos pensamientos son interrumpidos por preguntas que realizan otros para averiguar asuntos de los cuales no tienen por qué opinar. Es por esto que HOY reconozco que llevo muchos años MATERNANDO / PATERNANDO mis espacios y mis heridas. Esas que no comparto y me acompañan en el día a día.
Recordé uno de mis cuentos de mi libro titulado Violeta. Este cuento lo escribí inspirada por unos gorriones que en plena pandemia del COVID-19 entraron a mi ventana para darse cariñito a la misma hora de la mañana por varios días seguidos. Este cuento se titula: La lagrimita.
“Al dormir sintió la lagrimita caer sobre su almohada. La lagrimita solo quería salir espontáneamente. Nadie la había invitado. Solo llegó y quería expresarse. La almohada se mojó. Su rostro sintió la frialdad de ella. La lagrimita quería contar una historia de tristeza o alegría y hasta un secreto, por qué no. De esos secretos que quebrantan el alma y del que ni siquiera su mejor amigo de la infancia se ha enterado. De esos secretos que lastimarían más si se revelan y por eso dejó que se manifestaran, para que fueran las únicas testigos que no pudieran ser citadas al estrado”.
“La lagrimita se secó al pasar de las horas. Sus ojos se abrieron con dificultad al escuchar el cantar de unos gorriones en su ventana que se demostraban su amor con libertad. En la tarde, miró al cielo y vio su rostro dibujado en las nubes. Cuando llegó la noche y observó la luna encontró en ella las calles que tenía sin reparar en su corazón.
“La lagrimita salió, se desplazó mojando su camisa lentamente” ... – Sonia Ilemar
Celebra todas y cada una de las formas en las que puedes maternarte / paternarte para sanar, recuperarte, ocuparte, reconocer que necesitas llorarlo, soltarlo y vuelvas a intentarlo. No me cansaré de escribirlo por que en cada momento, que recuerdo esta frase es desde otros espacios, madurez emocional, social y psicológico.
Te invito a que maternes / paternes tu YO o tu niña/o interior y no se lo delegues a otras personas. Ocúpate de tu sanidad para que tus “heridas no le sangren a otros”.
© Sonia Ilemar
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